Transformamos un producto de consumo cotidiano en un símbolo de identidad y orgullo. A través del desarrollo del Kit de Catalogación Sabores de México, buscamos crear una herramienta de promoción que hablara el lenguaje del sabor, pero también el del corazón. El objetivo fue posicionar las nuevas mermeladas de McCormick como algo más que un alimento: como un tributo a nuestras raíces.
Con una estrategia centrada en storytelling sensorial y elementos simbólicos de la cultura mexicana, el concepto giró en torno a una experiencia que evoca recuerdos, emociones y pertenencia.
Desde el primer contacto visual, el kit fue pensado para despertar la curiosidad y el orgullo. La caja personalizada, con un diseño inspirado en los patrones tradicionales mexicanos, abrió paso a una curaduría de elementos que narraban una historia: sabores típicos de nuestras frutas, máscaras de luchador que representan fuerza e identidad, artesanía hecha por comunidades locales y una playlist con música seleccionada para acompañar el viaje sensorial.
Cada uno de los 70 kits fue entregado con precisión y cariño, convirtiéndose no solo en una muestra de producto, sino en una experiencia que conectó directamente con el imaginario colectivo de México.
Este kit fue mucho más que un envío: fue una puesta en escena. El acrílico grabado con un código QR llevaba a los destinatarios a una playlist diseñada para maridar los sabores con sonidos. Las máscaras de luchador incluidas no solo aportaban color, sino una metáfora visual sobre la fuerza cultural del país. La inclusión de una artesanía elaborada por la comunidad Herdez añadió un valor emocional y social al kit, reafirmando el compromiso con el talento local.
La presentación cuidadosa de las mermeladas resaltaba la historia detrás de cada sabor, acompañada de una breve descripción de las frutas emblemáticas que las inspiraron. Cada compartimiento del kit tenía un propósito narrativo y estético, logrando que cada elemento reforzara el mensaje de marca.
El impacto fue inmediato: se generó conversación orgánica, reconocimiento visual y, sobre todo, una asociación emocional con la marca. El kit no solo posicionó las mermeladas “Sabores de México” como un producto premium y culturalmente significativo, sino que también elevó la percepción de McCormick como una marca que entiende, valora y celebra la riqueza de nuestro país.
Gracias a este kit, la estrategia de PR logró penetrar tanto en medios como en redes, convirtiéndose en un ejemplo de cómo una agencia de PR creativa puede convertir un producto en una historia que merece ser contada (y saboreada).